Nace el 23 de abril en Santa Cruz de la Zarza (Toledo)
Muere su padre al comienzo de la Guerra Civil. Vive entre Madrid y el pueblo una infancia marcada por la guerra y la posguerra.
Su carrera como pintora empieza en los años 50 en el estudio de Eduardo Peña en Madrid.
En esos años empieza a conocer a muchos de sus amigos y posteriores compañeros de generación: Esperanza Parada, Antonio López, Julio López Hernández y Lucio Muñoz.
Tiene lugar su primera exposición en la Galería Fernando Fe de Madrid.
Se casa con Lucio Muñoz.
A partir de ese año pertenece a la legendaria galería Juana Mordo.
Comienza su larga trayectoria con la prestigiosa galleria Biosca.
Se le concede el premio Goya de la Villa de Madrid.
Expone en la FIAC de París.
Participa en la Bienal de Basilea.
Se organiza una gran exposición en la Casa de las Alhajas de Madrid que, con el título “Otra Realidad: compañeros en Madrid”, recoge obra de esa generación de artistas que surge en torno a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en la que también están representados pintores abstractos como Lucio Muñoz, Joaquín Ramo o Enrique Gran.
• La Galería Juan Gris se convierte en la sede fundamental de sus exposiciones en la capital. Participa en numerosas exposiciones en torno al realismo español por todo el mundo, y en concreto sobre el grupo de realistas de Madrid: Antonio López, Julio López Hernández, María Moreno, Isabel Quintanilla, Francisco López Hernández...
Se realiza la gran exposición antológica sobre su obra en el Ayuntamiento de Madrid en el Centro Cultural de la Villa. En ella se le concede la Medalla del Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid.
Ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de Toledo.
Publica sus memorias, "De puertas adentro", aplaudidas por la naturalidad de su escritura y por el relato de una vida llena de contrastes, con una infancia y primera juventud marcadas por la tragedia de la guerra, y una segunda etapa de su vida luminosa y feliz en el entorno del mundo del arte.
Se le concede la Medalla del merito de Castilla La Mancha.
Se inaugura en Santa Cruz de la Zarza, su pueblo natal, el Centro Cultural Amalia Avia.
Fallece en Madrid el 30 de marzo a los 80 años de edad.
Su pintura realista, nunca hiperrealista, afronta temas preferentemente urbanos, sobre todo de Madrid, ciudad desde siempre adorada por la artista. Son calles, fachadas, comercios, garajes: lugares en general desgastados por el tiempo, en ocasiones viejos y desconchados, donde la pintora coloca su particular mirada. Sin mucha presencia del color, Amalia Avia hace la crónica en gris de una ciudad que se está perdiendo, rincones que todos vemos pero en los que a lo mejor no nos fijamos. De su pintura, inicialmente más social, han ido progresivamente desapareciendo las figuras humanas. También, en algunas épocas, han sido frecuentes los interiores.
Camilo José Cela la denomina la pintora de las ausencias, la amarga cronista del "por aquí pasó la vida", y Francisco Nieva habla de una melancolía barojiana refiriéndose a su pintura. Sobre su obra han escrito, entre otros muchos, Camilo José Cela, Francisco Umbral, Francisco Nieva, Juan Manuel Bonet o Francisco Calvo Serraller.